Acendalhas # 2
“ El fin perseguido por la campaña de alfabetización no tuvo nada que ver con la Ilustración. Los filántropos y sacerdotes de la cultura que la propagaron no fueron sino lacayos de la industria capitalista, que exigía del Estado que le proporcionara una mano de obra cualificada. Jamás hubo la menor intención de alcanzar la verdadera y autentica emancipación [. . .] No se trataba de abrir camino a la “cultura escrita”, y mucho menos de sacar a la gente de su ignorancia. El progreso pretendido era otro muy distinto. Consistía en domesticar a los analfabetos […] y a quitarles de la cabeza sus fantasías y obstinaciones para poder explotar no sólo la fuerza de sus músculos y su destreza laboral, sino también sus cerebros. […]
Pues bien, esta prehistoria que acabamos de evocar ya nos ha alcanzado. Y la venganza de los parias no está exenta de una cierta ironía negra, pues, como todos ustedes sabrán, ele analfabetismo que acabamos de desenterrar a regresado bajo una forma que ya no tiene nada de honrosa; nos estamos refiriendo al analfabeto secundario, que desde hace algún tiempo está dominando la escena pública.
Este personaje se siente satisfecho: no sufre por culpa de la falta de memoria que padece, le alivia el hecho de que no disponga de voluntad propria, aprecia su incapacidad de concentración, y cree una ventaja no saber nada y no comprender qué le está ocurriendo. Es maleable, se adapta a todo, dispone de una admirable capacidad de salirse con la suya. […] A la euforia de que hace gala este analfabeto secundario contribuye que nos es consciente de ser un analfabeto secundario. Se cree bien informado, es capaz de descifrar instrucciones de manejo, pictogramas y talones, y se mueve en un entorno que le aísla herméticamente de cualquier ataque contra su consciencia. Resulta impensable que pudiera fracasar frente a su entorno, pues éste lo ha creado y moldado para garantizar su propia pervivencia.
El analfabeto secundario es el producto de una nueva fase de la industrialización. Porque una economía cuyo problema ya no reside en la producción sino en las ventas, ya no tiene necesidad de un ejército de reserva disciplinado: necesita de consumidores disciplinados. Con la desaparición del obrero industrial y del oficinista tradicionales también resulta obsoleto el entrenamiento estricto al que éstos estaban sometidos. […] Con la aparición de esta nueva situación, la tecnología de nuestros días también ha desarrollado la solución adecuada, y de todos los mass media, el ideal para el analfabeto secundario es la televisión.
[…] Por regla general ocurrirá que los analfabetos secundarios ocupen los cargos decisivos tanto en la política como en la economía. En este contexto bastará con citar como ejemplos al actual presidente de los Estados Unidos y al actual canciller de Republica Federal de Alemania. Y, como contrapartida, tanto en nuestro país como en los E. U. A resulta fácil toparnos com legiones enteras de taxistas, vendedores de periódicos, peones y parados que con sus amplios conocimientos y estándares culturales hubieran alcanzado las máximas cimas en cualquier otra sociedad.
De todo ello concluyo que la cultura de nuestro país está inmersa en una situación completamente nova. La clase dominante, integrada en su mayoría por analfabetos secundarios, ya ha perdido todo interés por ella. Lo que tiene por consecuencia que la cultura ya no puede ni está obligada a estar al servicio de ningún interés dominante. Está proscrita, lo que, bien mirado, también puede interpretarse como una forma de libertad. Una cultura así depende únicamente de sí misma, y cuanto antes se percate de ello, mejor.
Hans Magnus Enzensberger – “Loa del Analfabetismo” (1985), in Mediocridad y Delirio (Traducción de Michael Faber-Kaiser)
Pues bien, esta prehistoria que acabamos de evocar ya nos ha alcanzado. Y la venganza de los parias no está exenta de una cierta ironía negra, pues, como todos ustedes sabrán, ele analfabetismo que acabamos de desenterrar a regresado bajo una forma que ya no tiene nada de honrosa; nos estamos refiriendo al analfabeto secundario, que desde hace algún tiempo está dominando la escena pública.
Este personaje se siente satisfecho: no sufre por culpa de la falta de memoria que padece, le alivia el hecho de que no disponga de voluntad propria, aprecia su incapacidad de concentración, y cree una ventaja no saber nada y no comprender qué le está ocurriendo. Es maleable, se adapta a todo, dispone de una admirable capacidad de salirse con la suya. […] A la euforia de que hace gala este analfabeto secundario contribuye que nos es consciente de ser un analfabeto secundario. Se cree bien informado, es capaz de descifrar instrucciones de manejo, pictogramas y talones, y se mueve en un entorno que le aísla herméticamente de cualquier ataque contra su consciencia. Resulta impensable que pudiera fracasar frente a su entorno, pues éste lo ha creado y moldado para garantizar su propia pervivencia.
El analfabeto secundario es el producto de una nueva fase de la industrialización. Porque una economía cuyo problema ya no reside en la producción sino en las ventas, ya no tiene necesidad de un ejército de reserva disciplinado: necesita de consumidores disciplinados. Con la desaparición del obrero industrial y del oficinista tradicionales también resulta obsoleto el entrenamiento estricto al que éstos estaban sometidos. […] Con la aparición de esta nueva situación, la tecnología de nuestros días también ha desarrollado la solución adecuada, y de todos los mass media, el ideal para el analfabeto secundario es la televisión.
[…] Por regla general ocurrirá que los analfabetos secundarios ocupen los cargos decisivos tanto en la política como en la economía. En este contexto bastará con citar como ejemplos al actual presidente de los Estados Unidos y al actual canciller de Republica Federal de Alemania. Y, como contrapartida, tanto en nuestro país como en los E. U. A resulta fácil toparnos com legiones enteras de taxistas, vendedores de periódicos, peones y parados que con sus amplios conocimientos y estándares culturales hubieran alcanzado las máximas cimas en cualquier otra sociedad.
De todo ello concluyo que la cultura de nuestro país está inmersa en una situación completamente nova. La clase dominante, integrada en su mayoría por analfabetos secundarios, ya ha perdido todo interés por ella. Lo que tiene por consecuencia que la cultura ya no puede ni está obligada a estar al servicio de ningún interés dominante. Está proscrita, lo que, bien mirado, también puede interpretarse como una forma de libertad. Una cultura así depende únicamente de sí misma, y cuanto antes se percate de ello, mejor.
Hans Magnus Enzensberger – “Loa del Analfabetismo” (1985), in Mediocridad y Delirio (Traducción de Michael Faber-Kaiser)
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